“Al amparo de la intimidad que supone provocar sensaciones varias y transmitir confesiones inconfesables, el ciclo El nuevo acustic(az)o intenta rubricar la falta de prejuicio de una serie de músicos que pululan por los escenarios porteños y aledaños. Sin considerarse una escena o un movimiento, muchos de ellos han sabido introducirse en la mira del lenguaje electrónico, han servido a la causa de los decibeles rockeros o a las fantasías de la canción popular en su más amplia gama. Pero como hay un tiempo para amar y otro para partir, también existe un lugar para acomodarse en el temple y la calidez atemporales de una guitarra acústica, un piano y una voz. Es decir, no existe aquí una gesta por reivindicar la “pureza” del desenchufe –¿no será la pureza un invento de los narcos?–, ni cierto espíritu revanchístico o de veredas enfrentadas. Se trata más de la convivencia de mundos y experiencias, que de la cerrazón o limitación de pertenecer a un barrio o a un género (musical, sexual, político, etc). El nuevo acustic(az)o, para los memoriosos –que siempre los hay–, tal vez remita a ese disco de 1972 –Acusticazo, primer álbum grabado en vivo del entonces emergente rock argentino–, que reunía a Litto Nebbia, León Gieco y Edelmiro Molinari, entre otros. Lo acústico en el rock producido en la Argentina recuerda también al éxito del dúo Sui Generis –el grupo que a mediados de los 70 saca al rock del ghetto–, o la oleada que más recientemente visualizó el sello Indice Virgen a través del mote de “cantautores”, y que derivó en la fervorosa aceptación por público y crítica del trío Flopa-Manza-Minimal el año pasado. El nuevo acustic(az)o sólo intenta contener una de las tantas diversidades que pululan por el cada vez más amplio espectro del rock argentino”. Gustavo Álvarez Núñez.