El título pertenece en realidad a Enrique de Aragón, marqués de Villena (1384-1434), aunque sus consejos sobre el “arte de cortar del cuchillo” se trasladan, en este caso, a la imagen metafórica del corte: los poemas se interrumpen y dejan paso a fragmentos en prosa; las heridas aluden al cuerpo deseado, a la transfusión vampírico-amorosa, a los restos que deja el despotismo. Como si el libro fuese Frankenstein, centón de cuerpos.
Calima Ediciones, Palma de Mallorca, 2006

Mario Merlino (Coronel Pringles, 1948). Vive en Madrid desde 1976, donde se dedica a la traducción (sobre todo de literatura en lengua portuguesa e italiana), coordina talleres literarios, organiza acciones poéticas: Cuerpo escrito, La mesa de los locos, Esto no tiene nombre, Parabellum. Ha actuado en (y escrito) piezas teatrales. Ha publicado ensayos, artículos periodísticos, relatos. De su producción poética destacan: Missa pedestris, Libaciones y otra voces (CD) y, entre otras, la antología Palabras a la deriva. Premio Nacional de Traducción en España por Auto de los condenados, de António Lobo Antunes.
Arturo Carrera, que también nació en Coronel Pringles, es un desaforado amante de los pájaros, los grillos y las ranas, los latidos, los pulsos, las formas, los colores y otros ritmos poéticos, que cobran sentido en su obra soberbia, desde Escrito con un nictógrafo, Teoría del cielo (soñaba con ser astrónomo), hasta La inocencia.  Hizo sus estudios primarios en la Escuela nº 1 de su ciudad natal.
Lucila Galay jamás escribió una poesía. Es más: después de 28 años de corregir las barbaridades cometidas  por otros, pone en duda su capacidad para concebir una prosa siquiera decente. Por eso se ha refugiado en libros técnicos de gramática y cosas por el estilo, como  las 365 historias de palabras que viene publicando cada año desde hace tres. Sin embargo, todavía sabe leer. Lo que constituye, según cree, una cierta autorización de la obra ajena. Estudió Letras en la Universidad Nacional del Sur, de Bahía Blanca.